"Tú serás llamada con un nombre nuevo,
puesto por la boca del Señor" (Is 62, 2).
Empiezo con este versículo porque quiero tratar de contar cómo el Señor me hizo entender cuál podría ser el nombre que, por su gracia y con mi perseverancia, podría tomar como religiosa, pero también porque este paso me ha acompañado desde el principio en este camino de discernimiento vocacional.
Una tarde de junio estaba en el coche con una amiga y mientras estábamos haciendo un paseo, charlando normalmente, me preguntó si quería ver algo. A mi respuesta afirmativa, me llevó bajo una gran estatua del Crucifijo y me dijo: "Sabes, cada vez que vengo de aquí y miro este Crucifijo, ¡pienso en ti!". Le di las gracias con un poco de vergüenza porque no entendía el punto y volvimos al auto. Esa misma noche no podía dormir, pensamientos extraños vinieron a la mente; uno en particular: "¿Cuál podría ser mi nombre de religiosa?" Yo era consciente de lo absurdo de este pensamiento, sólo habían pasado pocos meses en que había comenzado a discernir! Ttrataba de alejarlo, pero cuanto más trataba de no pensar en ello, más se hizo realidad un nombre en mi mente: ¡Edith!
A la mañana siguiente se lo cuento todo a mi guía espiritual que en ese preciso momento estaba escribiendo un post para este blog titulado "¿Cómo recibí mi nombre religioso?". ¡Las dos estábamos sorprendidas! ¡Propio una hermosa "Dio-incidencia"! Ella me aconseja que ore en este signo y eso es lo que hice. Estaba pensando en el nombre de Edith y a mi amiga que me llevó debajo de esa estatua del Crucifijo ...
¡Edith! ¡Claro! ¡Es el primer nombre de Santa Teresa Benedicta de la Cruz! ¡El Crucifijo!
Después de orar mucho, decido abrir una página de la Biblia al azar y mis ojos caen en este paso: "¡Tú eres Simón, el hijo de Juan: Tú te llamarás Cefas, que traducido significa Pedre" (Jn 1, 42) sólo el versículo en el que Jesús cambia el nombre a Simón! Entonces no tenía dudas. ¡El Señor me ha dado un nuevo nombre y, junto con esto, una misión por descubrir!
Una aspirante psgm
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