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TESTIMONIO: ¿Cómo entendí que Dios me llamaba en el carisma franciscano?

  • Foto del escritor: Blog PFSGM
    Blog PFSGM
  • 5 nov
  • 2 Min. de lectura
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Después de haber pasado 4 años en una comunidad benedictina, me sentí perdida a nivel vocacional y espiritual. Tras vivir un tiempo de negación y un "tiempo de vocación", con la ayuda de la Hna. Clara, comencé un período de oración para comprender cuál era mi carisma, aunque a veces pensaba en regresar a la comunidad benedictina.

Hice una oración como esta:

"Señor, he huido de Ti y de la llamada, pero ahora estoy aquí, y quiero saber: ¿Dónde me quieres? ¿Cuál es el carisma? ¿Qué estilo de vida?... ¿Quieres que vuelva con las benedictinas, o quizás hacia un carisma ignaciano? ¿Carmelitas? ¿Heraldos? ¿Canossianas?..."

Iba mencionando carismas y comunidades que conocía, pero uno en particular no lo mencioné: el carisma franciscano ni siquiera me pasaba por la mente. No sentía admiración por él; conocía y me gustaban algunas historias de San Francisco, pero ¿yo, franciscana? No era algo que pensara. Suelo decir que el Señor me hizo retractarme de todos mis "no".

A pesar de mi rechazo hacia el carisma franciscano, mi oración era sincera: deseaba conocer el carisma y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por cumplir la voluntad de Dios. Como decía san Carlos de Foucauld: "Estoy dispuesto a todo, acepto todo. Que se haga en mí Tu voluntad, sea cual sea."

Esa noche tuve un sueño: "Caminaba en un lugar que parecía un bosque y encontré a un hombre vestido con ropas sencillas, que me dijo: 'ven'. Me llevó a una capilla de madera y, al entrar, vi sobre el altar una cruz gigante y un Cristo crucificado. Junto al altar había una mujer vestida como San Francisco, y entonces entendí que era Santa Clara de Asís. Me tumbé en el suelo frente al altar y empecé a llorar, diciendo: '¿Qué quieres de mí, Señor? ¿A dónde me quieres? ¿En qué dirección?'… Cristo me respondió desde la cruz diciendo: 'Ve con Francisco, él te mostrará el camino'. Miré a ese hombre y le pregunté: '¿Quién eres?' Sonriendo, me dijo: 'Soy Francisco de Asís, ¿verdad?'. Me levanté y comencé a seguirlo. Entonces me desperté, y estaba asustada. ¿Qué significaba eso de seguir a San Francisco? ¿Yo, franciscana?"

Todavía no podía creerlo, pero en mi corazón ya había entendido que el Señor había respondido a mi oración. Además, para mi sorpresa, el evangelio del día decía: "Si alguno quiere seguirme, renuncie a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mt 16,21-27). El Señor me estaba haciendo una invitación que implicaba renuncia. Desde que me desperté y durante todo ese día sentí miedo, dudas e inseguridades, pero también había PAZ, ALEGRÍA (notable para todos) y una sensación diferente: ¡FUEGO en el corazón! Así fue como pude discernir que el Señor me llamaba al carisma franciscano.

Rita, aspirante a PFSGM


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