He quedo ser religiosa todo el tiempo que recuerdo...
Cuando tenía unos 12 años, empecé a asistir a ciertas “acampamento-religiosas" cada verano con una comunidad de religiosas, donde las muchachas pasaban una semana viviendo la vida de una religios.
Un año en particular, anhelaba una confirmación segura del Señor de que estaba en el camino correcto en mi discernimiento. ¿De verdad quería que fuera su esposa, o se de un enamoramiento frívolo? La Madre Superiora en ese año había llegado a posesión de una pequeña bolsa de medallas sagradas, todas medallas típicas, excepto una que contenía una reliquia de segunda clase de una religiosa canonizada, que la Madre Superiora había conocido personalmente. Nos dijo a cada una de nosotrss "campistas" que fueramos hacia la bolsa y que al azar nos llevaramos una medalla. Aprovechando esta oportunidad, hice una oración rápida pero ferviente: "Señor, estoy casi segura de que quieres que sea religiosa, ¡pero no quiero ninguna duda! ¡Si es realmente Tu voluntad es que sea religiosmonja, quiero la reliquia!". La Madre Superiora se acercó. ¡Mis dedos se me metían en la bolsa, agarré una medalla y empecé a sacarla cuando se resbaló y cayó de nuevo en la bolsa! "¡No debía ser la correcta!", Pensé mientras elegí apresuradamente otra. Mi corazón latía fuerte cuando finalmente encontré la respuesta de mi Señor: allí, pellizcado entre mis dos dedos, ¡estaba la reliquia!
¡No habría tenido ninguna razón para dudar de mi vocación! Usé esa medalla sagrada durante mis años de secundaria como recordatorio de la gran vocación que tenía en mente para mí.
Hna. C.M.A.
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