Cuando empecé a discernir la vida religiosa, no quería que nadie lo supiera: pensaba que este secreto aún era demasiado íntimo e incierto para compartirlo, incluso con mis amigos católicos, ¡y ciertamente no con mi familia protestante! Quería una mayor claridad antes de exponerme a la influencia de las dudas o el entusiasmo de los demás.
Había empezado a discernir solo unas semanas atrás, cuando me encontré teniendo que tomar una decisión: ¿debía participar en una feria vocacional que mi diócesis organizaba? Una parte de mí quería hacerlo, pero otra parte aún temía encontrarme con alguien que conociera. Al final, decidí no hacerlo. "Lo siento, Señor -oré- pero aún no estoy lista para exponerme tan públicamente en esto". Así que me fui a la Misa del día, rezando para que el Señor continuara dándome claridad en mi vocación.
Como de costumbre, me quedé rezando un rato después de la Misa, y me fui mucho tiempo después de que todos los demás hubieran salido. Sin embargo, esta vez alguien me esperaba afuera. Mientras salía por las puertas del patio, aparentemente vacío, escuché una voz: "¡Perdona!" – y me volteé para encontrarme con una anciana que sostenía una foto de Madre Teresa (era su día festivo) y me miraba detenidamente. Ella sonrió.
"Lo siento", dijo, "no sé por qué siento que debo decirte esto, pero... Pienso que tienes vocación para religiosa".
Nunca nos habíamos encontrado. Ella no sabía si yo estaba casada. Solo me había visto una vez - esa mañana, al otro lado de la iglesia - y había esperado a que saliera para decírmelo. Pues bien, nunca se ha escuchado que "señoras piadosas de cierta edad" se detengan para dar la noticia a "jóvenes mujeres piadosas" de que deberían ser monjas... pero esta "coincidencia" era difícil de ignorar: el mismo día en que había ido a Misa en lugar de ir a la feria vocacional y oraba específicamente para obtener claridad en mi vocación, ¡esta perfecta desconocida hablaba directamente al secreto que no le había revelado a nadie!
Para mí, esa fue una gentil confirmación por parte del Señor de que me estaba moviendo en la dirección correcta; que los deseos más íntimos de mi corazón no estaban fuera de sintonía con los suyos. ¡Fortalecida por esta señal, pronto encontré el valor para hablar con el párroco y así comencé un camino de discernimiento más guiado y consciente que eventualmente me llevaría a descubrir mi vocación!
Sor EMJ
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