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TESTIMONIO: El "SÍ" que hace volar

  • Foto del escritor: Blog PFSGM
    Blog PFSGM
  • 19 nov
  • 3 Min. de lectura

     


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Durante el acompañamiento vocacional, una de las muchas cosas que aprendí de mi guía espiritual fue estar atento a las maneras en que Dios puede hablarnos, incluso en las cosas simples de la vida cotidiana. En este artículo comparto un ejemplo concreto que me sucedió.

 

      Al principio de mi camino vocacional, tuve un sueño en el que caminaba a través del desierto, atravesando un trayecto difícil, doloroso y lleno de obstáculos. En un momento, dejé de caminar, ya no tenía fuerzas ni valor para continuar. En ese instante, me di cuenta de que había una mariposa a mi alrededor que, casi muerta, cayó en mi mano. Entonces alguien me dijo que no podía dejar morir a la mariposa porque representaba un don del Espíritu Santo que me pertenecía.

 

      Más tarde, al compartir con la hermana Verónica, la Madre General de las psgm, mis dificultades en el camino vocacional, le hablé de mi pensamiento de renunciar a todo y de la angustia que eso me generaba, como si estuviera "muriendo". Entonces, me ayudó a entender que al renunciar a todo, al decir NO a la Voluntad de Dios, estaba muriendo espiritualmente y que solo un SÍ podría devolverme "a la vida". Ese día, mientras hablábamos, encontré en casa una mariposa casi muerta que coloqué en un lugar apartado. Esa mariposa me recordó el sueño; de cierta manera, representaba mi alma y también el don que Dios me había dado: mi vocación, que podría haber muerto si permanecía con la idea de rendirme.

 

      Al compartir todo esto con ella, me hizo entender que, a pesar de las pruebas, renunciar no es lo mejor ni lo más inteligente que se puede hacer. Las palabras de la Madre me devolvieron el coraje y la paz para continuar caminando y no rendirme. Después de eso, regresé al lugar donde la mariposa estaba casi muerta y la toqué con el dedo; voló, recuperó su vida, así como yo cuando escuché el consejo de la Madre. Es interesante observar la conexión que existe entre el sueño y un simple hecho de la vida cotidiana; si no estamos atentos, tales hechos pasan desapercibidos y pequeños signos, que pueden cambiar el curso de nuestro camino, serán ignorados.

 

      <<(Los gusanos de seda) con su pequeña boca hilan la seda que sacan de su interior, fabricándose unos capullos muy densos, en los cuales cada uno de esos insectos, que ya son feos y grandes, se encierra y muere. Pero poco después, de ese capullo sale una pequeña mariposa blanca, muy hermosa. El alma, de la que ese gusanito es la imagen, comienza a tomar vida cuando, por el calor del Espíritu Santo, empieza a valerse de los auxilios generales que Dios concede a cada uno y a servirse de los remedios que Él ha dejado en su Iglesia, como las frecuentes confesiones, las buenas lecturas y las predicaciones. Cuando este gusanito ha crecido […] empieza a trabajar la seda y a fabricarse la casa en la que deberá morir. Esta casa es nuestro Señor Jesucristo. Nuestra vida está escondida en Cristo, es decir, en Dios. Así que, ¡pónganse a trabajar de inmediato! Tejamos este pequeño capullo mediante el despojo de nuestro amor propio y voluntad, despegándonos de todo lo terrenal y practicando obras de oración, meditación y obediencia. Un alma que Dios ha llevado a este punto, si se esfuerza por seguir adelante, verá grandes maravillas.>> (Santa Teresa de Ávila, Castillo interior, Quintas moradas, n. 8)

 

Leticia Dantas

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