Sinceridad, ha sido una de las palabras que me ha acompañado mucho en mi camino vocacional.
En su etimología, la palabra sincero proviene del latín "sincerus", que significa limpio y puro, pero hay una explicación que asocia el término sincero con el significado de veraz debido a una práctica en Roma. Algunos escultores menos calificados usaban cera para disfrazar las imperfecciones en las esculturas. Por esta razón, el Senado romano emitió un decreto que regulaba que todas las esculturas producidas en Roma debían ser "sine cera", es decir, sin-cera y sin disfraces, auténticas. Esto es lo que importa en la etimología popular.
Pero ¿qué tiene que ver esto con el camino vocacional? Para seguir al Señor, no podemos hacerlo con "máscaras" o capas de cera, con una falta de sinceridad hacia nosotros mismos, pensando que podemos engañar al Señor, el único que conoce lo más profundo de nuestro corazón (cf. Jer 17,10). La sinceridad proviene de aceptar quiénes somos, pero también de no utilizar juegos y estrategias para escapar al llamado. Es necesario reconocer nuestros propios límites y debilidades, pero sin caer en un pesimismo irreal, con la certeza de que DIOS actúa con misericordia y que su FIDELIDAD perdura para siempre, por lo tanto, lo que no puedo hacer por mí mismo, puedo hacerlo con la ayuda de DIOS. En mi opinión, la sinceridad también implica asumir la Vocación y el Carisma que Dios nos llama a vivir, y no donde queremos, donde deseamos o anhelamos; no permitir que los miedos hablen más fuerte, ni esconderse detrás de "frustraciones".
En el camino vocacional, a menudo pensamos que debemos dar muchas cosas al Señor, que debemos ser muy agradables, etc., pero la verdad es que Dios desea de nosotros dos cosas esenciales: SINCERIDAD Y DISPONIBILIDAD (como me ensañan en comunidad pfsgm). Si le damos al Señor estas dos cosas, veremos las maravillas que Dios realizará en nosotros, es como decir: "Aquí estoy, haz tu voluntad".
Rita, postulante psgm
Comments