Siempre he sido una joven intrépida, llena de coraje y con ganas de hacer la voluntad de Dios..., después de todo recibí mis señales vocacionales muy joven, a través de la palabra de DIOS; "Yo, el Señor, te he llamado en justicia, y te tomaré de la mano, y te guardaré, y te daré por alianza del pueblo, y por luz de las naciones" (Is 42, 6). Sin embargo, pocas veces le pregunté al Señor qué quería de mí, si debía ir a la derecha o a la izquierda, siempre hice lo que me agradaba más, lo que más me gustaba y con lo que me identificaba más, era una oración más o menos así: "Señor, quiero hacer tu voluntad, y sé que es así... sé que tu voluntad coincide con la mía". Pensaba que discernir el carisma era "encontrar algo que hago bien", nunca pensé en encontrarme con un carisma en el que pensara: "Pero… ¿Esto es realmente así, Señor? No puedo soportarlo".
Aunque mi corazón ardiera como una llama de fuego, pensaba: "es bonito, pero no puedo con él, me iré por aquí porque es más fácil". Para mí el carisma tenía más que ver con mis "habilidades" que con mi DISPONIBILIDAD y FIDELIDAD. A mediados de 2019 conocí a la Hermana Clara María, fue por gracia divina, y por esa misma gracia comencé mi discernimiento vocacional.
Intenté innumerables formas de saciar mi inquietud, estuve en el ministerio de la catequesis, ministros de la Eucaristía y de la Palabra, etc... Lo curioso es que todo esto sólo me dio más sed de dar más tiempo, de dar más de mi vida, de darlo todo. Instruida por Hna Clara, le pregunté al Señor con sinceridad y apertura: "Maestro, ¿qué quieres de mí?". El Señor me sorprendió con dos sueños, dos respuestas, un camino.
En el primer sueño estaba en una capilla con San Francisco de Asís y Santa Clara, le pregunté al Señor en la Cruz: "¿qué quieres de mí?". Me dijo: "ve con Francisco, él te lo mostrará". Comprendí que Dios me llamaba a ser franciscana, pero ¿qué comunidad? Luego vino el segundo sueño: estaba caminando con Francisco de Asís, él me mostró un camino, en frente había una hermana y delante de ella había muchos hermanos y hermanas y después un hermoso campo verde con árboles frutales. La hermana me estaba esperando, tenía un escapulario, en él había una imagen de Nuestra Señora del Carmelo y un tau, eran pequeños, y ambos estaban juntos en medio del escapulario. Francisco de Asís me dijo: "ve con ellos, y ayuda a todas las almas posibles". El Señor me indicó claramente la comunidad del PFSGM. Algo extraordinario fue cuando me di cuenta de que la comunidad tenía en sus escapularios una imagen de la Virgen junto a la tau, un detalle que desconocía.
El Señor me dio una dirección, me enamoré enseguida, pero mis miedos me decían que no tendría éxito, y yo les creí. El Señor me mostró un camino y me fui a otro... uno que parecía más fácil. En cierto modo, he querido hacer un "pacto" con el Señor: "voy a ser franciscana, pero voy a ir por este camino, porque donde tú indicas, no me apaño." Pues bien, el resultado fue uno solo, en los primeros meses lo que me sostenía era una alegría eufórica y propuestas de éxito, pero con el tiempo, todo se fue alejando y tenía inquietud, miedos, inseguridad y sensación de haber fracasado.
Con el tiempo tuve que reconocer que necesitaba volver a dirección vocacional y espiritual, y entonces pude entender que ese no era el camino. Hoy, con la gracia de Dios, busco seguir fielmente mi camino vocacional, ahora con sinceridad y con una sola determinación: ¡HACER LA VOLUNTAD DE DIOS EN MI VIDA!. Esto genera una alegría en mí que no pasa, Fuego en el Corazón que siempre me anima, y Paz en mi camino.
Rita de Cássia
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