También para una vocación las pruebas no son excluidas. La palabra de Dios nos recuerda:
«Hijo(a), si te decides a servir el Señor,
prepara tu alma para la prueba» (Ecli 2,1).
Durante mi camino vocacional en la comprender dónde me llamara el Señor, la mayor prueba vino después de siete años de búsqueda vocacional continua. Sentí que no era comprendida, no había nadie que me ayudara concretamente a alcanzar una plena madurez en la vocación, o que me ayudara a hacerme preguntas, si era el camino correcto y, en caso de que realmente fuera llamada vida consagrada, en qué comunidad debía entrar. Fue sólo un sacerdote que en confesión , - ya que ya tenía en mente una comunidad para entrar - me dijo: "Tú irás allí, pero no porque lo quieras, ... ¡Entrarás ahí si Dios lo quiere!". ¡Me hizo pensar mucho!
Después de varias, búsquedas y tratando de hacer experiencias en comunidades que había elegido, pero sin ningún resultado, le dije: "Señor, hay dos cosas: o me equivoqué y fueron siete años perdidos en vano, o me haces saber en poco tiempo cuál es la comunidad para mí. De lo contrario, perdí mi tiempo, y no me digas que no quería hacer tu Voluntad!". Fui directa al preguntar, pero sincera.
Estaba dividida, entre realizar mi llamada o dejarla ir, pero como dice San Luís Orione: "La vida es una lucha cuyo premio es el cielo” [1]. En poco tiempo, sin embargo, el Señor cumplió mi oración, cuando finalmente en noviembre de 2012, en Facebook, vi por primera vez a la Comunidad Religiosa de los Pequeños frailes y Pequeñas Hermanas de Jesús y María, de la que ahora soy felizmente parte.
Hna. T.M.E
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[1] S. LUIGI ORIONE, Lettere, n. 63. (traducido del italiano)
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