Paz y bien, soy la hermana Sara, inicio enseguida haciendo presente que antes de que conociera a la comunidad mis planes no eran de hacerme monjita o algo parecito. Alcontrario, mi madre dice “tu no eras traviesa, tu eras terrible”. No me llamaba la atención las religiosas, ya el tipo de hábito tradicional que se suele usar, la camisa de manga larga o de botones, la falda, la medias, los zapatos cerrados y con los cabellos cortos, con todo el respeto para estas otras monjitas, nada en contra, es solo que a mí lejos de atraerme me causaba un efecto contrario.
Hasta que conocí en México ha esta comunidad de Pequeños Frailes y Pequeñas Hermanas de Jesús y María (de la cual ahora hago parte), en particular a la hermana Estela. Una de las primeras cosas que me llamaron la atención, fue además de su gran y bella sonrrisa fue también el hábito que endosaba. Totalmente diferente de todos aquellos que yo había conocido. A partir de ahí mi corazón inicio ha sentir algo fuerte, se despertaron sentimientos muy fuertes. Hasta que un día el Señor nos hizo encontrar y nos pusimos ha platicar. Para hacerla breve, recuerdo que esa plática cambio totalmente mi modo de ver las cosa en mi vida, sea porque me habló de la vida de S. Francisco de Asís, de la vida eterna y sobre todo de la resurrección, de un modo así tan luminoso, claro, inteligente y fuerte (gracias también a las meditaciones de nuestro iniciador, Fray Volantino Verde). Esto me empujó ha querer descubrir lo que el Señor quería de mi, por lo que inicié a frecuentar a la comunidad, y el Señor me acompañaba con algunos signos, pero pasó que a un cierto punto me inician a venir dudas, de tipo: “no había considerado en hacerme religiosa hasta ahora que estoy frecuentando a la comunidad, ¿y si el Señor no me llama a vida religiosa? ¿Y si me he equivocado con todo esto?” Pues bien, es ahí donde le pido al Señor con todo el corazón que me diera un signo que me hiciera comprender que me estaba llamando a vida religiosa. Recuerdo esa noche, había hecho un sueño, donde veía a la hermana Estela, me mostraba algo, escucho una voz que dice -salmo- , y veo el número 133, me despierto y eran como las 3:00am, y lo primero que hago es abrir la Biblia y buscar ese salmo, que dice:
1 ¡Mira que es bueno y da gusto que los hermanos convivan juntos!
2 Como ungüento fino en la cabeza, que va bajando por la barba;
que baja por la barba de Aarón, hasta la orla de sus vestidos.
3 Como rocío que baja del Hermón sobre las cumbres de Sión,
pues allí envía el Señor su bendición: la vida para siempre. (Sal 133)
Apenas termine de leer este salmo me quede con más dudas que respuestas, no había comprendido nada. Pues bien me fui a dormir de nuevo. Eran más o menos la 7:00am, de ese mismo día, cuando mi levante y me puse hacer el oficio divino. Y, ¡¡¡fue ahí donde encontré la sorpresa!!!, prácticamente la segunda lectura era de S. Ambrosio donde estaba escrito:
“Al salir de la piscina bautismal, fuiste al sacerdote. Considera lo que vino a continuación. Es lo que dice el salmista: Es ungüento precioso en la cabeza, que va bajando por la barba, que baja por la barba de Aarón... Este ungüento va bajando por la barba, esto es, por tu juventud renovada, y por la barba de Aarón, porque te convierte en raza elegida, sacerdotal, preciosa".
Woow, “juventud renovada... sacerdotal” es decir ¡¡¡consagrada!!! para mi fue un fuertísimo signo, fue ahí donde no tuve más dudas que el Señor mi llamaba a vida religiosa, a donar toda la vida a él!!!
Hna. SMA
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