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REFLEXIÓN: ¿Somos prisioneros de nosotros mismos?

  • Foto del escritor: Blog PFSGM
    Blog PFSGM
  • 18 jun
  • 2 Min. de lectura

El relato "Los tres Eduardos" de Thomas Costain describe la vida de Reinaldo III, un duque del siglo XIV que vivió en lo que hoy es Bélgica.

Con un sobrepeso considerable, Reinaldo era comúnmente conocido por su apodo en latín, "Crasso," que significa "gordo."

Después de un conflicto violento, el hermano menor de Reinaldo, Eduardo, lideró con éxito una revuelta contra él. Eduardo capturó a Reinaldo, pero no lo mató. En cambio, lo encerró en una habitación del castillo de Nieuwkerk y le prometió que podría recuperar su título y propiedades tan pronto como saliera de la habitación.

Esto no hubiera sido difícil para la mayoría de las personas, ya que la habitación tenía varias ventanas y una puerta de tamaño normal, y ninguna de ellas estaba cerrada con llave. El problema era la corpulencia de Reinaldo. Para recuperar su libertad, necesitaba perder peso. Pero Eduardo conocía bien a su hermano mayor y cada día le enviaba una variedad de alimentos deliciosos. En lugar de ponerse a dieta para salir de prisión, Reinaldo aumentó aún más de peso.

Cuando el duque Eduardo fue acusado de crueldad, respondió: "Mi hermano no es un prisionero. Puede irse cuando quiera".

Reinaldo permaneció en aquella habitación durante diez años y no fue liberado hasta que Eduardo murió en batalla. Pero para ese entonces, su salud ya estaba tan deteriorada que murió al cabo de un año... prisionero de su propio apetito.

(Autor del relato: Craig Brian Larson)


¿Cuántas veces el Señor nos abre la puerta y nosotros no podemos entrar simplemente por apegarnos a nuestros propios apetitos, ideas, o proyectos...? ¿Por cuánto tiempo seremos prisioneros de nosotros mismos?

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