Un día un pobre campesino caminaba con su bolsa de camino de su pueblecillo, pues estaba volviendo del trabajo. A un cierto punto vio llegar la carroza del Rey y se paró delante de él y se abrió la puerta de la carroza. El pobre hombre miró asombrado, y vio salir de la carroza la mano del Rey ¡como pidiéndole la limosna! Entonces el campesino fue un poco ofendido por eso, y se preguntó: "¡Pero como! soy yo que necesitaría de su limosna y en cambio es él, ¡¿el Rey grande y rico a pedírmela?!". Entonces el campesino metió la mano en su bolsa y tomo un grano de trigo y se lo dio al Rey, el cual amablemente le dijo: "¡Gracias por su ofrenda! ¡De verdad le será recompensada!". Y la carroza con el Rey partió enseguida.
El campesino fue a casa repensando continuamente a este acontecimiento. ¡Llegando a casa le dio a la mujer la bolsa con los granos para que ella pudiera preparar la cena! Vaciaron la bolsa y se percataron que entre aquellos centenares de granos había uno de oro que brillaba gloriosamente. ¡Entonces el campesino entendió que aquel grano de oro fue la recompensa de aquel único grano que él le dio al rey, y entendió que si hubiera dado de más habría conseguido en cambio más granos que oro!
MORAL TEOLÓGICA: ¡MIENTRAS MÁS HACEMOS PARA EL REY, DE LOS REYES MÁS ENCONTRAREMOS DE LA OTRA PARTE!, (Cfr. Mt 5,19) COMO DICE EN EFECTO TAMBIÉN EL APÓSTOL:
<<SEPAN QUE EL QUE SIEMBRA MEZQUINAMENTE, TENDRÁ UNA COSECHA MUY POBRE; EN CAMBIO, EL QUE SIEMBRA CON GENEROSIDAD, COSECHARÁ ABUNDANTEMENTE. QUE CADA UNO DÉ CONFORME A LO QUE HA RESUELTO EN SU CORAZÓN, NO DE MALA GANA O POR LA FUERZA, PORQUE DIOS AMA AL QUE DA CON ALEGRÍA.>> (2 Cor 9,6-7)
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