Un lobo, enpujado un día del remordimiento, entró en un Iglesita de montaña y le dijo al parroco: "Querría confesarme".
" ¿Estás seguro?" pregunto buen sacerdote.
"Cierto, te lo aseguro, yo quiero confesarme".
"Entra en el confesionario".
"no tienes idea" inicia el lobo, "de cuantas ovejitas he degollado, pobres animales, durmian tranquilas y yo… las he comido…" . El lobo se lamentaba: "También he atacado a un pastor, una cosa horrible. Soy un pecador perverso y deespreciable… ".
El cura lo escuchaba, comprensivo, pero se da cuenta que el lobo era inquieto y se retorcia como si no veia la hora de irse. Un poco fastidiado el sacerdote le dice: "En fin, mientras me cuentas los pecados, estás un momento tranquilo!".
el lobo respondio: "No te inquietes, padre mio, solo si tú pudieras apurarte un poco…".
"Pero por qué?" respondio el sacerdote
"Porque… escucho sonar las campanas de las ovejas".
Así esta escrito:
No dejes que tu deseo y tu fuerza te lleven a obrar
según tus caprichos. No estés tan seguro del perdón, mientras cometes un pecado tras otro. ( Eclesiastico 5, 2.5)
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