"Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí" (Gálatas 2,20).
¡Una frase tan simple, pero con un significado tan grande! Esto nos lleva a preguntarnos: ¿hasta qué punto Cristo vive en nosotros? Decir que Cristo vive en nosotros es decir que nuestros pensamientos, nuestras formas de actuar y nuestra propia voluntad buscan conformarse a lo que Cristo pensaba y hacía. Como diría uno de nuestros hermanos, no basta con frecuentar los sacramentos para decir que, sí eres imitador de Cristo, ¡sino que hay que esforzarse por vivirlos con la propia vida!
Comparemos nuestras vidas con solo algunos aspectos de la vida de Jesús:
- Jesús a menudo se retiraba para orar, y nosotros ¿cuánto nos retiramos cada día? ¿Podemos "velar por lo menos una hora por lo menos con él"? (cf. Mt 26,40).
- Jesús caminó por las calles para proclamar la Buena Noticia, ¿y nosotros cuánto tratamos de evangelizar?
- Jesús vino a hacer la voluntad del Padre y no la suya (cfr. Jn 6,30) hasta morir en una cruz. ¿Y nosotros? ¿Ponemos la voluntad de Dios por encima de todo lo demás en nuestra vida, incluso si eso tuviera que llevarnos, por ejemplo, a tener que renunciar a nuestra propia vida?
- Jesús sintió compasión cuando miró a todas esas almas que eran como ovejas sin pastor. (Mt 9,36). ¿Y nosotros? ¿Cómo nos sentimos cuando vemos a un hermano o hermana que está lejos de la fe? ¿Tratamos de ayudar o dejamos pasar como si no fuera nada?
¿Qué tan dispuestos estamos a hacer lo que Jesús hizo? ¿30%, 60% o 100%? (Cfr. Mc 4,8).
Sr. CMC
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