Muchas veces nos preguntan por qué elegimos un nombre religioso diferente al nombre civil. En la Palabra de Dios, el nombre nuevo está lleno de significado, indica la misión de la persona, es un signo de una vida nueva. Para nosotros, esto no es fruto de una elección sencilla, sino de la respuesta del Señor, que nos ha llamado a dejar el hombre viejo y a vestirnos cada vez más de hombre nuevo, es decir, Cristo (cf. Ef 4.24).
Mi nombre civil es Marta, y mi nombre religioso es Clara María Celeste, un nombre que Dios me inspiró cuando aún estaba discerniendo entre la vida religiosa y matrimonial. Un día, durante la clase de religión, el maestro puso la película de Santa Clara de Asís, que hasta ese momento no la conocía. La vida de este santa me conmovió profundamente y dio a luz un sentimiento nuevo y desconocido dentro de mí: "Quién sabe si yo también podría hacer lo mismo que ella". Tocada por su ejemplo, le hice una oración al Señor: "Si un día me llamaras a la Vida Consagrada, me gustaría que mi nombre religioso fuera Clara". Entonces empecé a pensar en el tercer nombre, dado que en esta comunidad, todos tienen 3 nombres, siendo el de en medio María. En ese momento, fui a ver el tercer nombre de mi guía espiritual, sor Verónica, que es la madre general de las hermanas de esta comunidad, quería algo similar o incluso un sinónimo, como signo de gratitud por todo el bien que me ha hecho. Uno de los sinónimos en el diccionario fue: Celeste. Entonces, en mi mente estaba: ¡Clara María Celeste! Fue un pensamiento emocionante, pero terminé dejando a un lado, dado que en ese tiempo aún sentía el llamado a la vida matrimonial.
Pasaron los meses de discernimiento y finalmente comprendí que mi vocación era ser una "Pequeña hermana" de esta comunidad. Decidí ir a Italia para la experiencia vocacional, inicialmente estaba programado para partir en septiembre, pero debido a algunos eventos terminé partiendo en agosto. ¿Saben qué día? ¡Exactamente el 11 de agosto, día de Santa Clara de Asís! Hasta entonces no lo sabía. Aún recuerdo el sentimiento que sentí cuando me enteré de que llegué al convento el día de la santa que me atrajo a la Consagración. Obviamente, no podía no pensar en la "coincidencia" o más bien "Dios-incidencia", como diría un hermano, ¡con la oración que había hecho tiempo atrás!
Ya sabía el primer nombre, pero el tercero aún faltaba (en aquel tiempo ya no me recuerda del tercer nombre que había pensado, el nombre de Celeste, era algo que me vino a la mente más tarde).
Durante los primeros días de experiencia comunitaria, comencé a orar y a pedirle al Señor que me diera el tercer nombre. Un día, mientras leía la Biblia, me llamó la atención la palabra "celestial", que se repitió varias veces en esas páginas. Poco después, justo antes de la Santa Misa, le dije a mi guía espiritual esta "coincidencia" con la palabra celestial y si tal vez era una señal, le gustó la idea, pero dijo que siguiera orando por esta intención. Cuando terminó la Santa Misa, estaba con otra hermana que no sabía nada al respecto, sólo sabía que estaba orando para encontrar el nombre correcto. En ese momento sacó un llavero de su bolsillo y dijo en broma: "¿Cuál podría ser tu nombre...", miró el llavero (que era azul cielo) y dijo: "¡¡Celeste sería un nombre hermoso!!” ¡Puedes imaginar mi alegría y sorpresa cuando ella dijo eso! Y así es como tomé el nombre: Hermana Clara María Celeste.
Hna. CMC
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