Cuando se trata de la vida de oración, surgen muchas opciones. Además de la Santa Misa, que es la oración por excelencia, las devociones son numerosas. Rezo del Santo Rosario, novenas, hora de la misericordia, oraciones de Santa Brígida, el Angelus, etc. Sin embargo, a veces existe el riesgo de seguir tantas devociones y dejar de lado lo que es una "lámpara para nuestros pasos y luz para nuestro camino" (cf. Sal [118],105): ¡La Palabra de Dios!
En un diálogo, cuando queremos saber algo le hacemos una pregunta a la otra persona, esa persona a su vez, en sus palabras, responde a lo que pedimos. ¡Dios también nos ha dejado Su Palabra! ¡Esa palabra, que puede responder a nuestros deseos, preguntas y dudas!
Está escrito: "La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn 1, 14)! ¿Quién más, además de Dios, nos ofrece Palabras vivas? ¡Cristo es la Palabra viva y el modelo de perfección, es el mapa personificado que nos lleva totalmente a la Voluntad del Padre!
El consejo que me gustaría dar a los que están en el discernimiento vocacional es que dediquen más tiempo a la Palabra de Dios, a meditar en las lecturas del día o incluso en la liturgia de las horas. Como dijo San Josemaría Escrivá: "Debemos meditar en la historia de Cristo... porque cuando tengamos que decidir cómo comportarnos, las palabras y acciones del Señor vendrán a nuestra memoria".
Hna. CMC
コメント