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CÓMO DIOS ME CONDUJO HASTA MI GUÍA ESPIRITUAL

Actualizado: 14 dic

“Abandonate totalmente a Jesús,

y Él te llevará a donde quieres.”

Beata Clelia Merloni


Con esta frase empiezo mi relato de la búsqueda de mi guía espiritual, testificando que cuando estaba dejando mi vida en las manos de Dios, Él estaba haciendo maravillas en mi corazón. Cuando tenía 21 años, después de cerca tres años y intesa inquietud espiritual, regresé con mi familia después de haber hecho una experiencia en una comunidad religiosa y he comprendido (gracias también a un grupo de discernimiento en el cual participaba en el social media) que tenía la necesidad de una guía espiritual. Según mi lógica debería ser el sacerdote de mi parroquia, pero por motivos de mi trabajo, no pode ser acompañada por él. Así que busqué a un amigo párroco de la ciudad vecina, él aceptó, pero por el hecho de que tenía que viajar cada vez y la pandemia, también dejé de lado esta opción. Aún muy inquieta, con el corazón agitato y apretado sin saber realmente quién debía ser mi guía, pensé en mi maestra del postulado (del convento donde estaba antes), dado que ella me conocía sería más fácil hablar. Le pregunté si podía ser mi guía espiritual, en ese momento me dijo que debía orar sobre el tema y más tarde aceptó.


La dirección espiritual con esta hermana me ayudó un poco, pero la inquietud que tenía en mi corazón no estaba pasando. Para ayudarme a superar esta inquietud, me aconsejó una filosofía hawaiana y algunas jaculatorias, pero obviamente no fue una solución. Seguí sintiéndome agitada e incapaz de llevar a cabo mis oraciones. La dirección espiritual tampoco continuó, a veces pasaba más de un mes sin hablar con ella.


Mientras tanto seguí participando en un grupo de discernimiento online (del cual aún soy parte), llamado Discernimiento con María, guiado por las Pequeñas hermanas de Jesús y María. En este grupo, sor Clara, nos guía a través de varias oraciones y meditaciones sobre la Escritura. Desde la primera vez que la vi, me llamó la atención su rostro siempre feliz y sereno, despertó en mi el deseo de tener esa misma felicidad. Un deseo que permanecía en mi corazón. ¡A través de este grupo y con esta hermana, aprendí cosas que son fundamentales para mi vida espiritual, como la importancia de tener un guía espiritual que sea elegido por Dios! Como dice el Catecismo (cf. CEC 2690), debemos tener cuidado en cuyas manos nos encomendamos, porque, así como la guía correcta puede llevarnos a la perfección, la guía equivocada nos puede hacer perder la dirección.


A pesar de que aún era acompañada espiritualmente por mi exformadora de postulantado, comencé a compartir algunas cosas con la hermana que dirigía el grupo, y mi corazón se quemaba cada vez que ella me respondía. En ese momento, sentí el deseo en mi corazón de que ella fuera mi guía, pero me daba pena hablar con ella al respecto.


En un momento dado, se anunciaba que un huracán pasaría por encima de la ciudad donde vive la hermana, entonces dice una oración que incluso ahora no puedo creer que hice: si el huracán no pasa por esa ciudad a las 12 del mediodía, le enviaría un mensaje sobre la dirección espiritual. ¡Al final, el huracán ni siquiera paso!


Después de un tiempo, tomé el valor de hablar con la hermana. Hablé de todo mi camino de búsqueda de una guía. Poco después, me envió un artículo llamado "¿Cómo reconocer a tu director espiritual, según la Palabra de Dios?", basado sobre una meditación de fray Volantino, fundador de la comunidad. En ese, hay 3 pasos de discernimiento que me ayudaron mucho. Fue cuando los leí que me di cuenta de que era esta hermana la que debía ser mi guía espiritual.


Con este artículo hice algunos paralelismo y me di cuenta de que esta hermana vivía la Palabra de Dios de manera más coherente que hubiera conocido hasta ahora. Las palabras siempre estuvieron vinculadas al Evangelio y a lo que la Iglesia nos pide. ¡Nunca había conocido a nadie así! Además, en mi reflexión y oración, me di cuenta de que después de unirme a este grupo y compartir algunas cosas con ella, ¡sentí que mi corazón ardía dentro de mí, con el deseo de ser más santa, de ser más de Dios, y de buscar maneras de alcanzar estas metas!


Concluyo diciendo que fue un largo camino para encontrar mi guía espiritual... pero, como dijo Santa Edith Stein, "¡Cualquier cosa que valga la pena tener, vale la pena esperar!"


una chica llamada

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